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Genesis caminaba unos pasos delante de mí por los pasillos de la escuela secundaria en Middletown. Ella tiene 13 años, y llevaba zapatillas blancas. Estaba halando las mangas largas de su suéter rosa sobre sus manos, como lo hacen muchos adolescentes. Mientras me guiaba a su clase, se mantuvo callada.
Cuando llegamos a la clase de Genesis, tres otros estudiantes ya estaban sentados alrededor de las mesas bajas. Todos ellos eran estudiantes de séptimo grado que recientemente se mudaron a los Estados Unidos, y reciben tiempo adicional fuera de sus otras clases para concentrarse en aprender inglés.
Esta tarde, la clase estaba jugando un juego para practicar su vocabulario. Los estudiantes estaban charlando cuando su maestra, Jennifer Lamond, anunció la categoría: partes del cuerpo.
Genesis se desplomó sobre su computadora con decepción.
“No estoy jugando,” dijo ella en inglés. "No conozco las partes del cuerpo.”
Cuando Genesis se mudó de Guatemala a Rhode Island, aproximadamente un año antes de la pandemia, sabía muy poco inglés. Ella progresó mucho al principio, pero eso se detuvo cuando las clases cambiaron a ser virtuales en 2020. Para su privacidad, no estamos usando su apellido.
Para Genesis, el aprendizaje a distancia fue especialmente difícil porque la mayoría de su familia en casa no habla inglés.
“Yo no hice mucho trabajo, porque no podía entenderlo,” dijo ella en inglés. “Y no había gente que pudiera ayudarme con eso, porque ellos tampoco sabían [inglés].”
Los estudiantes de inglés como Genesis y sus compañeros también tenían mayor probabilidad de no tener la tecnología necesaria en sus casas para tomar clases virtuales. Después de que las escuelas finalmente volvieron a abrir, muchos estudiantes no solo se habían perdido contenido nuevo, sino que también experimentaron una regresión en el aprendizaje, lo que significa que perdieron el progreso y el conocimiento que habían adquirido antes de la pandemia.
“Cuando comenzamos con la pandemia, no quería salir de la escuela,” dijo Genesis. “Pero luego, cuando tuvimos que volver, yo estaba asustada.”
En persona, algunos protocolos de la pandemia crearon otras barreras. Por ejemplo, los tapabocas hacen que los estudiantes no puedan ver los movimientos de la boca de sus maestros, lo cual es crucial para aprender a hacer nuevos sonidos en inglés.
Por ejemplo, el sonido “th,” como en la palabra “Thursday,” es desconocido para muchos hispanohablantes nativos. Con los requisitos de tapabocas, los educadores tenían que enseñar cómo hacer estos sonidos solamente con fotos y videos como ayudas visuales. Para estudiantes como Genesis, que todavía eran tímidos en inglés, también era difícil tener que hablar en voz más alta con los tapabocas.
Cuando comenzó la pandemia, Genesis era una estudiante excepcional de inglés. Ahora, con solo un año antes del colegio, a veces se imagina cuán diferente podría ser si COVID nunca hubiera ocurrido. Genesis se pregunta si ya se había graduado del programa de estudiantes de inglés.
“Hablaría con más confianza,” ella dijo entre pausas, “y haría las cosas que hacen los otros niños.”
Un desafío en todo el estado
Este año escolar, 11% de todos los estudiantes de las escuelas públicas de Rhode Island están clasificados como estudiantes de inglés, también llamados “estudiantes multilingües.” Eso es alrededor de 15,000 estudiantes, casi el doble que hace una década. Más del 80% de estos estudiantes hablan español en casa. El resto habla aproximadamente 90 idiomas, incluidos los criollos, el árabe y el portugués. Los estudiantes multilingües tienen mayor probabilidad de vivir en hogares con ingresos más bajos, y casi el 80% califica para almuerzos gratis o a precio reducido.
“Estos dos últimos años han sido desafiantes. Sabes, han sido un desafío para todos. Pero para esta población en particular, hemos visto el impacto,” dijo Angélica Infante-Green, la comisionada de educación primaria y secundaria de Rhode Island. “Lo hemos visto en nuestros puntajes [de exámenes]. Lo hemos visto en su desarrollo socioemocional. Ha sido más de lo que esperábamos.”
El impacto de la pandemia también se ha hecho evidente en las tasas de ausentismo crónico de Rhode Island, definido como cuando un estudiante pierde más del 10% del año escolar. Entre los estudiantes que no están aprendiendo inglés, Infante-Green dice que el ausentismo crónico ha aumentado del 17% al 25% durante la pandemia. Para los estudiantes en los programas de inglés, esa fue la tasa de ausentismo crónico antes de la pandemia.
“Crónicamente ausentes, nuestros estudiantes multilingües estaban en un 24%,” dijo Infante-Green. “Y ahora, durante la pandemia, ha subido al 43 [por ciento]. Entonces, se duplicó.”
Los estados cercanos como Connecticut y Massachusetts también vieron aumentos en el ausentismo crónico particularmente entre los estudiantes de inglés, pero los números de Rhode Island fueron los más altos. Infante-Green dice que, entre los estudiantes mayores, ha habido un aumento en la necesidad de que los adolescentes trabajen para apoyar a sus familias. Eso puede significar que los estudiantes falten a clases o lleguen cansados a la escuela después de trabajar durante la noche.
Durante la pandemia, Rhode Island también ha visto bajas significativas en los puntajes de los exámenes de los estudiantes de inglés. En 2019, el 8% de los estudiantes multilingües en Rhode Island leían al nivel de su grado. Infante-Green dice que, hoy en día, la tasa es solo de 4%.
“Es devastador,” dijo ella. “Y puede decir: ‘Sí, pero están aprendiendo inglés.’ Así que ELA, inglés – lo entendemos. Pero hablemos de matemáticas. El 2% de todos los estudiantes multilingües en el estado de Rhode Island pueden hacer matemáticas al nivel de su grado. ¿Qué crees que le pasa a un niño que está en esa situación, que no tiene la base adecuada? Se va a quedar rezagado.”
Jennifer Efflandt, la directora ejecutiva de estudiantes multilingües para el distrito escolar de Providence, dijo que eso pone en los educadores la responsabilidad de garantizar que haya más apoyo que nunca para estos estudiantes. Ella cita unas investigaciones que sugieren que cuando un estudiante ha sido identificado como un estudiante de inglés por más de cinco años, su aprendizaje puede estancarse y es más probable que mantenga esa clasificación por toda su educación K-12.
“Sabemos que tenemos una cierta cantidad de años de ventana para cerrar esa brecha y asegurarnos de que estén al nivel de grado,” dijo Efflandt. “Entonces, si se han perdido dos años, eso significa que tenemos que crecer mucho en los próximos dos años para compensar ese tiempo.”
En el otoño de 2020, el Departamento de Educación de Rhode Island publicó un plan estratégico para el éxito de los estudiantes multilingües, que ya se estaba desarrollando antes de la pandemia. El plan describe una serie de objetivos, incluido el fortalecimiento de la participación de las familias de estudiantes y la expansión de la instrucción de maestros que enseñan a estudiantes multilingües.
Algunos avances en estas áreas han progresado en los últimos dos años. Providence es uno de los varios distritos que están expandiendo sus programas bilingües, que han demostrado apoyar a los hablantes nativos de otros idiomas. En Newport, el distrito escolar lanzó un club para garantizar que los estudiantes de último año estén encaminados a graduarse. Sin embargo, no existe una solución rápida o fácil para compensar lo que se ha perdido en los últimos dos años, y eso le pesa a algunos estudiantes.
Avanzando a pesar de las interrupciones
En la clase de Middletown de la Sra. Lamond, los estudiantes de séptimo grado se ayudan cuando alguien olvida una palabra.
Un chico, Carlos, es uno de los estudiantes más habladores de la clase. Como Genesis, él es de Guatemala, pero se inscribió en las escuelas de Middletown solo una semana antes de que las clases fueran virtuales en 2020. En ese momento, él era un principiante en inglés. No tenía la tecnología necesaria en casa para clases virtuales, entonces pasó toda la primavera aprendiendo a través de paquetes que la Sra. Lamond entregaba a su casa.
“Fue difícil porque si yo tenía una pregunta, no podía preguntarle,” dijo Carlos. “Estábamos separados, entonces fue muy difícil.”
Esa tarde, Carlos estaba motivado y energético durante el juego de vocabulario, mientras él y sus compañeros de clase trataban de nombrar las partes del cuerpo que aparecían en una pantalla. En un momento, la Sra. Lamond le advirtió a la clase que la siguiente pregunta era particularmente complicada, pero Carlos ya había respondido demasiado rápido. Confundió las palabras “feet” y “foot,” y su respuesta fue incorrecta.
“Cuando tengo un problema difícil o algo así, deseo que tal vez nunca hubiéramos tenido la pandemia,” él dijo más tarde.
Pero Carlos trata de no enfocarse mucho en eso. Sigue estudiando y esperando que eso compense los años que nunca podrá recuperar.
Antonia Ayres-Brown es periodista para The Public’s Radio y Report for America. Ella habla español y puede ser contactada por correo electrónico, antonia@thepublicsradio.org